Me encantan los niños, eso ya lo saben quienes me siguen habitualmente. Son divertidos, ingeniosos, increíbles en su fantasía.
Algunas veces, en conversaciones con otros fotógrafos, sale a conversación la dificultad evidente de realizar imágenes enfocadas, cuando los niños son muy movidos o están poco dispuestos a colaborar. Eso es cierto, en ocasiones el problema mayor a la hora de enfrentar un reportaje viene dado por la poca disposición de los niños....
¿Qué podemos hacer cuando esto pasa? Pienso que, ante todo hemos de ser capaces de aceptar que de nosotros depende estimularlos para que cooperen, o motivarlos para que se sientan a gusto frente a un objeto extraño que pretende intimidarlos -nuestro objetivo- que también ellos consideran anti natural.
Habrá algunos que se sientan encantados, desde luego, pero incluso a estos podemos dirigirlos. Porque las poses excesivas, queriendo imitar a las profesionales que salen en las revistas, tampoco suelen ser precisamente naturales, ni dan buenos resultados, en general.
Debemos hacer un esfuerzo de aproximación a su mundo: al que realmente tienen delante y aquel otro al que imaginan pertenecer. Son ellos, quienes sin querer suelen regalarnos escenas divertidas y naturales que hablan por si mismas y que no necesitan ser forzadas.
Su imaginación desbordante, nos va a deparar -seguro- muchos momentos encantadores que no debemos desaprovechar.
Pero, tampoco pasa nada , si de vez en cuando dejamos la cámara en un aparte, y nos acercamos a ellos con receptividad, dispuestos a escuchar lo que tienen que decirnos... seguro que nos llevaremos más de una sorpresa y nos haremos con su confianza; de forma que las imágenes que podamos tomar tras ese parón, serán de un corte significativamente distinto.....
Nada puede salir del todo mal, cuando los tenemos cerca. Sólo es cuestión de seguir jugando...